Puede que a primera vista la tecnología de última generación y la joyería parezcan dos terrenos tan separados entre sí que, si tradujésemos a kilómetros esa sensación, no nos quedaría más remedio que hablar de miles de kilómetros de distancia.
Y, sin embargo, están mucho más conectados de lo que parece, ya que la esencia, la materia prima de ambas, es la misma. Aunque muchas veces no seamos ni siquiera conscientes de ellos, en el interior de nuestros smartphones, de nuestro ordenador o de nuestro dispositivo de última generación hay muchos materiales que bien podrían estar en la vitrina de una joyería.
Los fabricantes de tecnología usan materiales caros y considerados preciosos en el interior de sus dispositivos por sus ventajas desde el punto de vista técnico. En el corazón de nuestros móviles o de nuestros ordenadores hay plata y oro porque, simplemente, estos materiales son buenos para conducir la electricidad. La cantidad de oro o de plata que puede tener un móvil o un ordenador en su interior no es muy elevada, pero la cifra cambia cuando se suman grandes cantidades de estos dispositivos.
Dado que la vida útil de nuestros smartphones y ordenadores es limitada por múltiples razones, las cantidades de chatarra electrónica que se acumulan son cada año más y más elevadas. Un solo smartphone de desecho no aporta mucho oro, pero unas cuantas toneladas de basura tecnológica cambian mucho las cosas.
Como suele suceder en estos casos, no hay nada más efectivo que traducir las afirmaciones a números para verlo. De entrada, poca es la chatarra electrónica que se recicla para convertirla en nuevos productos. Aproximadamente, según algunas estimaciones, solo el 12.5% de esta basura es reciclada para ser convertida, lo que hace que el consumo tecnológico esté generando un rastro complicado y sobre el que hay que reflexionar más. La tecnología que ya no queremos se acumula en peligrosos vertederos en países en vías de desarrollo.
Todo ello hace que la tecnología se convierta en una basura difícil de gestionar, pero también que se pierdan muchas materias primas. Partiendo solo de las cantidades de teléfonos que los estadounidenses tiran cada año, se estarían tirando a la basura cada año 60 millones de dólares en plata y oro. Un estudio de hace unos años (2015) llegó a la conclusión de que en Europa se tiraban a la basura unos 2.000 millones en materiales en la chatarra electrónica.
Toda esa chatarra puede, por tanto, ser aprovechada y convertirse en otra cosa. El oro y la plata pueden ser recuperados y pueden tener una nueva vida. Es lo que ha hecho Dell, el fabricante de ordenadores, en colaboración con Bayou With Love, una marca de joyería. Han convertido oro sacado de la basura que genera el consumo tecnológico en anillos, pendientes y gemelos.
Por ahora, las piezas son solo parte de una colección con edición limitada (y en su web algunos modelos ya no muestran existencias), pero las joyas muestran un potencial camino de trabajo y, sobre todo, invitan a reflexionar sobre la cuestión. De hecho, el objetivo de la colección no era tanto el de crear un producto curioso sino más bien el de concienciar sobre el problema de la basura tecnológica y lo que en ella se está perdiendo.
Las joyas que han creado, cuyo oro tiene un impacto ambiental un 99% inferior al que tiene el oro que se usa habitualmente en joyería, según sus estimaciones, recuerdan que se pueden hacer las cosas de un modo más sostenible. Las piedras preciosas que han empleado en la colección también tienen un origen sostenible.
El usar oro reciclado y materiales sostenibles tampoco ha hecho que los precios de la colección se hayan disparado. Los precios de las piezas arrancan en los 78 dólares, unos 63 euros, una cifra que se puede encontrar en cualquier joyería.